Pero… ¿qué significa exactamente “estar en LinkedIn”?

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Por Enrique Dans, para El Blog de Enrique Dans

Pero… ¿qué significa exactamente “estar en LinkedIn”?Vamos a hablar de una empresa indudablemente excepcional: más de diez años de trayectoria coherente, sin sobresaltos ni altibajos, sin adquisiciones grandilocuentes ni salidas de tono, la han situado ya no solo como líder en la categoría de las redes sociales centradas en lo profesional, sino casi como el único contendiente. Competidores regionales, nuevos desarrollos, ideas afines y vampiros varios han ido cayendo y viéndose minimizados ante el empuje de una empresa con las ideas claras y la capacidad de convencer a inversores de que los apoyen con su dinero.

Cada vez que inicio un curso en temas relacionados con social media, me pasa lo mismo: muchos participantes, particularmente a partir de determinada edad, me comentan que “ellos en las redes sociales no, pero que en LinkedIn sí que están, porque es un sitio serio“. Pero ¿qué supone exactamente estar en LinkedIn? ¿Qué nivel de presencia y qué uso de LinkedIn debemos plantearnos en función de nuestra agenda personal?

A medida que LinkedIn ha ido creciendo hasta alcanzar los más de 260 millones de usuarios, el significado de “estar en LinkedIn” ha ido cambiando muchísimo. Al principio, bastaba con tener una cuenta. Con poder ser encontrado en una búsqueda. Después, el requisito empezó a ser tener un perfil mínimamente digno, con una foto y algunos datos de tu evolución laboral. Hoy, “estar en LinkedIn” supone que tu página sea una versión ultradetallada de tu curriculum, con un párrafo escrito de cada uno de los cargos que has ocupado, qué hacías realmente en ellos, a cuántas personas gestionabas, qué presupuesto tenías, que objetivos, y preferentemente, uno o dos comentarios de personas que compartieron contigo la experiencia, fuese como compañeros, superiores, clientes, etc. Hoy, lo que espera alguien que te busca en LinkedIn no es encontrar una forma de contacto – que puede que también – sino ver con detalle qué es lo que has hecho, contado en un sitio en el que todos entendemos que se trata de poner tu trayectoria en valor.

LinkedIn es el sitio donde no solo estás al alcance de millones de profesionales, sino que además indexa fantásticamente bien. A poco que hagas, tu ficha pública de LinkedIn aparecerá en la primera página de tu ego-search. El mix de público-privado que manejes ahí tiene que ser consciente: nada de opciones por defecto. Si estás en búsqueda activa de empleo o en fase de prospección de clientes, debes abrir lo más posible, porque estarás alimentando con tu información procesos que dependen fundamentalmente de la reducción de la incertidumbre. Si prefieres, por la razón que sea, ser discreto, recorta la presencia pública en consecuencia, y afina tu definición de contactos hasta dejarla en lo que realmente deba ser.

No seas pesado. Lo que hace tiempo era aceptable, enviar mensajes a todos tus contactos en LinkedIn, hoy resulta a todas luces inaceptable salvo que tengas algo muy importante que decir (y si es un cambio de trabajo, no lo digas, ya lo hará LinkedIn por ti). Hacer spam es completamente inaceptable, y muchas veces conlleva que un porcentaje significativo de aquellos a los que sigues vayan a Red > Contactos, busquen el mensaje en el que los has spammeado, y hagan clic en Más > Elimina conexión. Si eres comercial, parte de la base de que los pecados cometidos por muchos de tu profesión llevarán a que muchos de los contactos que intentes hacer en LinkedIn sean rechazados… tendrás que buscar contactos de calidad, personas que no piensen que vas a usar ese contacto para mandarles basura variada.

Context-awareness: usa bien los tiempos. El momento de mandarle a alguien una petición de contacto en LinkedIn es cuando lo acabas de conocer o te acaba de dar su tarjeta, no cuando lo necesitas. La red se construye cuando toca, no cuando te interesa a ti porque estás buscando trabajo. Las peticiones de contacto deben sonar naturales: nos hemos conocido, y en lugar – o además – de intercambiar unos trozos de papel de alto gramaje que acabarán despistados en alguna esquina del despacho, nos ponemos en contacto en LinkedIn. Así, sí. En plan “nos vimos hace mil años, ya solo tienes una idea lejana de quien era, si es que la tienes”, no. Si te doy clase, pídeme contacto cuando te estoy dando clase, no dos años después. Y por el amor de dios, si te he puesto una mísera B o una B-, demuestra un mínimo de sentido común y no me pidas una recomendación.

Actualizar, actualizar, actualizar. Por pura lógica. Si en tu perfil está tu foto de Primera Comunión, da mala imagen. Si aún tienes el pelo negro cuando hoy peinas canas, también. Lo de que “no pongo foto”, seas hombre o mujer, guapo o feo, olvídalo: un perfil sin foto es como un jardín sin flores o una rosa sin olores. Pero además de una foto actualizada, debemos plantearnos que la presencia en LinkedIn debe ser un continuo: cada proyecto, cada cuestión que hagamos con un mínimo de trascendencia o visibilidad pública, debe acabar ahí. Recuérdalo: como un curriculum, pero con esteroides, con todo el nivel de detalle que quieras. Aquello de “el curriculum de una hoja o dos como máximo” no aplica en LinkedIn.

No seas obvio: no, tener una presencia detallada y profusa en LinkedIn no implica que estés buscando trabajo. Implica que entiendes cómo se usa esa red. Los tiempos en que los departamentos de Recursos Humanos se dedicaban a mirar lo que ponías para ver si estabas en el mercado ya pasaron. Hoy, se trata de estar ahí, quieras moverte o no. Si esperas a actualizarlo a que llegue ese momento en que te pones en el mercado, malo. Los cambios bruscos mosquean. Mejor una evolución progresiva y natural.

Pide lo que hay que pedir: cuando necesites información, un contacto, lo que sea, pídelo. Sin convertirte en un pelma, pero sabiendo que una petición a través de LinkedIn suele recibir más atención que un correo convencional. Salvo, claro está, que te dediques a enviar estupideces de esas de “por favor, evalúa mi perfil profesional” a gente que no puede evaluar nada porque casi no te conoce. En ese caso, abstente. La sensibilidad sobre qué pedir y a quién pedirlo es una cualidad muy valorada en un profesional.

Sé detallista. Si una persona de tu red se cambia de trabajo o comenta algo que te lleve a dedicarle un ratito en tu pensamiento, díselo. A nadie le molesta recibir un comentario en LinkedIn sobre algo que ha puesto. No decir nada nunca a nadie te convierte en el vecino ese que nunca saluda, en un maleducado.

Comparte. Compartir noticias en tu perfil – de nuevo, con lógica y moderación – puede llegar a ponerte en la situación de ser considerado un buen content curator, alguien que te ayuda a mantenerte informado de lo que pasa en tu industria. No satures a los que te siguen con varias entradas al día. Si compartes, mejor que expliques, al menos en un par de líneas, por qué compartiste, qué ves importante ahí. O que compartas cosas que has hecho tú… no voy a explicar aquí lo importante que es, si tienes un blog o una página personal relacionada con tu ámbito profesional, darle salida en LinkedIn… todos sabéis que LinkedIn es uno de los principales referrals de tráfico de esta página. Eso sí, si cuando compartes no te contesta nunca ni el Tato, piensa si lo estás haciendo bien, si estás compartiendo lo que debes o con quien debes, o si estás siendo un cansino. Si te va bien, plantéate unirte a algún grupo especializado que te interese.

Grupos. Los grupos son una de las prestaciones con más empuje en LinkedIn, y es por algo. Si buscas consideración en una industria, únete a los grupos en los que esa industria comparte cosas. Fíjate quién los montó: te señalarán personas con llegada, cuyo nombre suele conocer casi todo el mundo. Comparte e interactúa, pero de nuevo, sin ser “el invitado pesado” ni “el perejil de todas las salsas”. Si estás en búsqueda activa, necesitas estar en los grupos en los que se mueven cosas relacionadas con la industria que te interesa.

Contactos: no se compite por número de contactos. Se compite por redes bien tejidas, por racionalidad, por ser capaz de responder de quienes están en tu red. Por tener contactos con sentido, de los que eres capaz de decir algo o con quienes sabes que te une algo. Tus clientes, tus proveedores, aquellas personas para las que tienes cara y ojos, es lógico que estén en tu red. Las relaciones internas en tu empresa también. Pero responder sí a todo contacto, ser promiscuo, solo sirve si eres un head-hunter, un profesor o algún otro tipo de perfil intensamente asimétrico. Si no, no tiene sentido ni dirá de ti nada bueno.

Marca personal. LinkedIn es el sitio perfecto para poner aquellas cosas que puedan contribuir a tu marca personal. Un artículo que te publicaron en algún sitio, un vídeo de una charla, un trabajo en el que te pusieron buena nota, un curso con una notaza (y en ese caso, aprovecha y pide un endorsement al profesor)… no seas modesto, no es el sitio de serlo. Pero tampoco seas atorrante.

Pulse. La estrategia de LinkedIn es claramente pasar de ser un sitio al que vas a ver cosas relacionadas con tu perfil profesional o el de otros, a ser un “destination site”, un sitio al que vas a leer noticias filtradas en función de tus intereses. Si lo haces bien, las noticias de LinkedIn deberían darte una idea de “lo que no debes perderte”, “lo que se comenta en mi industria” o “lo que dicen los que influyen en mi campo”. La adquisición de Pulse (noventa millones de dólares) ha sido de las más importantes que ha hecho la compañía, no es por casualidad. Ponlo en valor. Y sí, eso seguramente significa que LinkedIn se está convirtiendo en un sitio donde debas empezar a pensar en entrar todos los días.

Premium. Pagar por una presencia premium tiene sentido… cuando tiene sentido. Si estás en búsqueda activa, la posibilidad de enviar correos a personas que no estén en tu red puede ser algo que te lleve a amortizar lo que pagas muy rápidamente – pero de nuevo, no seas pesado ni pedigüeño. Si estás construyendo algo que requiere visibilidad y alcance, sea un objetivo de tu compañía o uno personal, pagar premium puede tener mucho sentido.

La presencia en LinkedIn, hoy, supone mucho más que haber rellenado hace tiempo una ficha de “hola, este soy yo” hace años, y muchísimo más que “esa red a la que voy para buscar trabajo”. ¿Cómo estás en esa red? ¿Que aparece de ti en ella, o en tu ego-search en los buscadores? ¿Estás seguro de estar poniendo en valor una red con tantas posibilidades? Y no, no me ha pagado LinkedIn ni me ha regalad nada (por no regalar, no me han regalado ni una maldita cuenta premium! Simplemente me he cansado de explicar todo esto a alumnos, ex-alumnos y personas con las que me cruzo en cursos y conferencias, y he querido aprovechar para poner mis argumentos por escrito…

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